Sólo el estudio, la investigación, el diálogo y la reflexión sobre la vida del hombre en todas sus dimensiones nos acerca a la verdad.

martes, 25 de marzo de 2008

LA JUVENTUD Y EL SIGLO XXI


Jóvenes, de pronto parezca atrevido dirigirles unas palabras que contengan propuestas, en tanto pueden ser consideradas por ustedes como violatorias de lo que son o piensen que ellas desconocen su propia naturaleza.

Pero mis palabras son producto de profundas reflexiones que he venido haciendo, en la medida en que nunca he abandonado la Esquina de la que hago parte, como espacio de socialización y aprendizaje fundamental, que me permitió a mí como joven hace tantos años interactuar, construir, bajo las circunstancias de aquellos momentos, muchos de los elementos que constituyen la visión de la vida que tengo.

El mundo hoy se nos presenta, tanto a ustedes como a nosotros, con un grado de complejidad y de diversidad, imposibles de comprender de inmediato. De manera simultánea se expresan el alto grado de desarrollo científico, la simplificación cada vez más creciente del esfuerzo humano a través de la tecnología, la aparente facilidad para enfrentar la cotidianidad desde la fortaleza individual, las grandes riquezas materiales, el goce y la comodidad de unos pocos, los altos índices de miseria y de insatisfacción cada día mayores, los niveles de pobreza y de indigencia de un alto porcentaje de la población mundial,…

En fin, un conjunto de posibilidades que se entrecruzan, apareciendo como normales, lógicas y necesarias, cuya manifestación limita hondamente la comprensión de su naturaleza o razón de ser, a partir de las propuestas cognoscitivas, valorativas y volitivas que esta misma sociedad hace actualmente, en las que predominan la búsqueda de lo superficial como lo fundamental, asumiendo lo concreto sólo como lo tangible en lo inmediato.

Enfrentar lo anteriormente expuesto, exige la necesidad de pensar más detenidamente, de reflexionar, de desarrollar una mayor capacidad de discernimiento en tanto la vida, a pesar de parecer más fácil, hoy es mucho más complicada.

Aunque los medios de comunicación masiva, televisión, radio, Internet, revistas, les muestren de manera más simple la realización de muchos de los actos de su vida y les faciliten la toma de decisiones, las consecuencias de lo que hagan son menos previsibles para ustedes, en la medida en que posiblemente estén presos de la misma felicidad, del mismo gozo que sienten, producto de lo que logran. Seducidos por los mensajes que abierta y sutilmente les lanza esta sociedad de consumo para que se hagan a los artículos y modos de vivir que ella produce, creándoles nuevas necesidades, alejadas cada día más de las que tienen verdaderamente.

Con esto no los cuestiono. No trato de anularlos. Al contrario, los reconozco como propuesta de vida cultural, social, política, ética que son. Sólo les digo, algún día serán guías de sus hijos e hijas, de otros niños y niñas, de otros jóvenes en este país y ¿Cuál va a ser su ejemplo de vida para ellos en una sociedad mucho más complicada que la de hoy, si desde ya no se deciden a plantearse más seria y científicamente sus vivencias como respuesta al necesario cambio que hay que darle a la realidad de hoy?

Por favor no se manifiesten como muchos jóvenes de generaciones anteriores a las de ustedes en el mundo. Que nos dejamos llevar por las propuestas individualistas de goce personal que nos hizo y nos hace la sociedad, olvidándonos de los demás, cayendo en los niveles de egoísmo, indiferencia, indolencia e intolerancia de hoy, expresados arriba, de los que posiblemente estén presos ustedes hoy.

Jóvenes ustedes tienen un lugar al lado de los que creemos que todavía podemos cambiar para que el futuro sea mejor.


Elaborado por Jairo Castañeda Gutiérrez
Correo electrónico laluzdelposte@gmail.com

domingo, 2 de marzo de 2008

ALGO SOBRE LO AFECTIVO

El hombre demuestra ser inteligente cuando es capaz de saber en qué momento y en qué espacio debe desarrollar sus acciones, sean materiales o espirituales.

La autoridad para hablar sobre un tema o aspecto de la vida, está determinada por el reconocimiento que la persona tiene al respecto, tomando como base la práctica conceptual y concreta demostrada en todas las dimensiones de su ser, momentos y espacios de su experiencia cotidiana. Implica examinar, estudiar con cuidado al ser humano, para enterarse de su identidad, naturaleza y circunstancias, estableciendo lo que es él en realidad en cuanto a su mérito, talento, fuerzas, recursos, características, etc. Esto para evitar que en la valoración de sus acciones predominen concepciones que se alejen de la necesidad de extraer las significaciones socialmente positivas que ellas tienen, enfatizando en elementos que determinen exclusión, discriminación, etc.

En ese sentido es posible que se considere que una persona no es la más adecuada para hablar de lo afectivo, por la valoración que se hace desde los criterios que prevalecen para caracterizar la vida que ha llevado. Y, en gran medida, por la no comprensión de las limitaciones históricas, culturales, de las acciones individuales y sociales, tales como inestabilidad, espontaneísmo como producto de tomar decisiones precedidas de poca reflexión en este aspecto tan importante y determinante de la existencia del ser humano.

Sin embargo, esa misma condición invita a pensar mucho en toda la extensión y profundidad que esta acción humana significa. Motiva a analizar lo que ha sido la existencia afectiva individual y social. Llevarlo a cabo facilita la comprensión de las posibilidades, aciertos y limitaciones de cada quien, creando las condiciones para ayudarse, para superar la situación y caminar por senderos de desarrollo personal más estables.

Esto es importante porque en la medida en que como individuo se va introyectando la situación de vida, en toda su complejidad y conceptualización, se va cambiando positivamente de manera autoconsciente y, al mismo tiempo, se va aliviando la carga de las personas que conviven e interactúan con esa persona que trata de mejorar su situación afectiva.

La dificultad se presenta, sobre todo cuando las acciones han conllevado a equivocaciones cuyos efectos en la vida personal propia y de los demás han sido fuertes. Claro está que los desaciertos son más grandes o más pequeños de acuerdo a la preparación cognoscitiva, valorativa y volitiva de sí mismo o de las personas que fueron afectadas o que recibieron la influencia de tales acciones.

Muchas veces se puede llegar a percibir en actitudes o en la manera de ser de algunas de las personas, cierto grado de resentimiento o de no perdón por no haber comprendido lo que sucedió en su relación con otros.

Entre otras cosas eso no debe ser juzgado siempre de manera negativa. Todas las personas, independientemente del grado de relación que se mantenga con ellas, sean consanguíneas, amistosas, de compañerismo, de pareja, etc., están en la posibilidad de comprender lo sucedido en sus vidas y la relación que han mantenido con las demás personas, como sus condiciones se lo permiten.

Lo afectivo es tan delicado, que en todo momento hay que cuidarse mucho de lo que se dice, como se hace, porque no es bueno despertar suspicacias. En este sentido la palabra afectar se utiliza como sinónimo de establecer relación, que será tomada de acuerdo a la personalidad, los intereses, nivel cognoscitivo del otro. Sin embargo, no se puede descalificar el que se le tome en el sentido tradicional de su uso, o sea, como relación negativa entre las personas, como victima de algo o alguien.

Definitivamente la vida necesita mucho de premeditación, de cálculo frío, hasta cierto punto de sensibilidad insensible. O sea, de extremo cuidado al actuar. O como diría Marx de elaborar mentalmente lo que se desea hacer antes de materializarlo en hechos concretos, de tal forma, que parezca que los resultados obtenidos, se hubiesen alcanzado idealmente con anterioridad.

Hay que ser consciente de que toda acción humana individual hace parte de un proceso de relación directa o indirecta con otros seres humanos. De esta forma, no se debe actuar sobre el otro sin conocer y, sobre todo comprender sus posibilidades, necesidades, sentimientos, deseos, pareceres, en última instancia, su personalidad. Esto es determinante para saber cuando desde lo que se siente, se piensa, se dice o se hace, es posible que se limiten, se beneficien o se faciliten los procesos de vida del otro. O sea, hay que actuar más desde el otro que desde el sí mismo, que desde el interés específico de cada quien.

Esto es difícil porque esta sociedad capitalista funciona sobre la base de matar al otro y darle vida, al máximo al sí mismo, al individualismo, al egoísmo. El otro interesa como lo que fortalece al individuo. El otro es el medio de aumentar el poder sobre los demás. Incluso se es más rico en la medida en que el otro es miserable. Entre menos tenga y sea el otro, más es y mejor se siente el sí mismo. Esa es la felicidad. Esto se da en todas las esferas de la vida. Hasta en lo afectivo. Por ejemplo, cuanto más tiene bajo sus condiciones una persona a la otra, mejor se siente, más realizada se siente, mayor es su “autoestima”. Esto es válido para varones y mujeres.

Con esto no se niega la individualidad. Al contrario se trata de fortalecerla desde la comprensión del espacio que ha de ocupar cada persona. No en términos absolutos o limitados físicamente. Sino desde el reconocimiento de la autodeterminación personal que nace del autoconocimiento, el autoconcepto, la autoformación y la autoconciencia de lo que se es en relación interdependiente, activa, deliberante, participativa, activa con los demás en la construcción y desarrollo social.

O sea, sólo en la medida en que se tenga un proyecto de vida que se entienda parte integral del proyecto de la sociedad y que este sea precedido u orientado por principios y cualidades valorativas que apunten al logro del Desarrollo Humano, se puede entrar a llevar una vida afectiva plena.

Con base en esto se define el tipo de relación afectiva a desarrollar en los diferentes planos de ella: conocidos, consanguínea, compañeros, amistad, formación de familia, etc. Para ello es bueno analizar algunos elementos conceptuales, orientados hacia lo expuesto arriba, para definir una relación afectiva.

Las decisiones del hombre tienen tres componentes fundamentales que se expresan de manera integral: lo cognoscitivo que comprende el manejo de conocimientos acerca de las propiedades y relaciones esenciales de los objetos y procesos; lo valorativo que refleja fundamentalmente las significaciones que tienen los objetos para el sujeto; y lo volitivo constituidos por lo que son los objetos para el sujeto desde las emociones y los estados de ánimo, sentimientos y actos voluntarios.
Estos componentes son al mismo tiempo formas específicas que adoptan las actividades humanas.

La vida afectiva como parte esencial de lo volitivo requiere del conocimiento profundo de las posibilidades que se tienen desde sí mismo para poder dar, mediado por un mínimo marco teórico científico y metodológico. No es lógico entenderla sólo desde la superficialidad de los instintos, de la belleza física, del contacto material, del dinero, de la atracción o de la conveniencia individual, en tanto tales actitudes pueden considerarse como una expresión de la perdida de la identidad personal y social, desconociendo los compromisos inherentes a su condición propia o específica.

Querer, por ejemplo, es toda una decisión que trasciende el deseo y llega al atreverse a realizar las acciones que sean necesarias para alcanzar lo que se persigue o se tiene como objetivo. Implica el determinarse a sí mismo, autoconocimiento, autoconcepto y autoconciencia, lo cual lleva a desarrollar operaciones mentales, acciones de pensamiento profundas y de producción concreta, que lleven mediante la reflexión y el análisis a discernir que es lo más conveniente y necesario para desarrollar el proyecto de vida que se está elaborando.

Como producto de lo anterior se han de distinguir y establecer las características de las relaciones a establecer, qué elementos han de ser flexibles, cuáles hay que sostener, qué es lo susceptible de cambiar, así como las disponibilidades indispensables para respetar la diferencias y las posibilidades de reconocer y admitir los argumentos más contundentes. Así como los pasos a dar para fortalecer la disposición individual y estar en constante desarrollo como ser personal y social.

La etapa culminante a alcanzar, alimentar y mantener en constante desarrollo en todo proceso afectivo o relacional del ser humano es la amistad, pues es el grado máximo de afecto al que puede llegar el ser humano en sus relaciones. Conlleva los siguientes elementos y/o momentos indispensables:

1.- El amor como elemento determinante. Sentimiento intenso, expresión máxima del ser humano que necesita y busca el encuentro y unión con otro ser humano, institución, país, espacio geográfico, histórico o cultural y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, lo completa, lo alegra y le da energías para convivir, comunicarse y crear nuevas y mejores situaciones de vida individuales y colectivas.
Que conoce, comprende situaciones, asume sus responsabilidades en el espacio que le corresponda, acompañando conscientemente al otro (a) (s), alrededor de la búsqueda conjunta que los identifica.
2.- Unidad en los fines, principios y cualidades o valores. Conciencia de ellos como proyecto de vida.
3.- Relaciones de igualdad esencial y existencial. Cada uno debe conocer al otro en sus cualidades, características, finalidades, motivaciones, al punto que las relaciones de servilismo no deben ser objetivos a alcanzar.
4.- Ser producto de la decisión consciente, razonada, argumentada de las personas. Aunque puede ser mediada por la casualidad, esta no debe ser determinante de la relación.
5.- El avance, progreso individual y colectivo de la sociedad debe ser la búsqueda fundamental de la relación.
6.- La recuperación de lo inherente a todos los seres humanos de lo que le corresponde, independientemente de sus posibilidades. El hombre históricamente ubicado: El Desarrollo Humano.

El proyecto individual de cada ser humano, que en última instancia es social, determina el tipo de relación a establecer o el grado de acercamiento con las otras personas. Es una forma de responder a las exigencias que le formula la realidad en que vive. Como parte del proceso de apropiación subjetiva de ella que desde sus posibilidades científicas, procedimentales, éticas y políticas ha sido capaz de realizar.

Si priman intencionalidades e intereses individuales a nivel material y espiritual, la relación con el sí mismo, con otras personas, del mismo o de otros grupos, será precedida por dicha búsqueda y su realización la determinará el logro de tales objetivos individuales. Hasta donde cada quien se sirvió o utilizó al otro.

En este sentido la relación estará determinada por la capacidad de negociación, de manipulación que tengan las personas que la contraen. Así como de identificación, reconocimiento y comprensión de lo que está sucediendo realmente.

Lo expuesto aproximadamente es lo determinante, en última instancia, en nuestro mundo actual sea en lo administrativo, en el manejo de la cosa pública, en la esfera privada, en la vida afectiva, en todos los espacios en que se desenvuelva el ser humano, sin tener en cuenta estratos o clases sociales.


Elaborado por Jairo José Castañeda Gutiérrez
Correo electrónico laluzdelposte@gmail.com